I always believe that one of the most effective and sustainable ways to prevent mass atrocities is to move towards human rights and peace through the promotion and strengthening of education. The mainstreaming of human rights and peace education will ensure that there is greater knowledge of peoples’ rights and that governments are more sensitive to people who are vulnerable to various threats. The existence of more knowledge on these rights, especially in relation to specific issues, will contribute to the alleviation of human rights concerns through better fact-based and grounded policy responses, advocacy, and the capacity of rights-holders and duty-bearers to undertake their commitments. By internalizing human rights through education, various institutions and peoples may eventually be able to adequately respond to or avert serious human rights crises and develop policies and mechanisms to ensure the promotion, protection and eventual full realization of human rights.
As part of my pro bono work, I have been engaging with civil society groups, especially the Working Group for the ASEAN Human Rights Mechanism, of which I am Co-Chair. Establishing a regional human rights mechanism in ASEAN has been always our priority. However, since ASEAN human rights bodies have been set up, the most challenging task for the Working Group is now to advocate for an effective human rights regime so that rights of people, in particular those who are vulnerable and/or marginalized, will be well promoted and well protected and so that human rights violations, serious crimes, and the persecution of particular groups do not recur in any society.
One of my academic pieces has been on the issue of statelessness, those who identified themselves as Rohingya in particular. As an academic, solid research will not only contribute to effective advocacy but also to informing government policies towards long-term solutions. It is also expected that targeted and policy-oriented studies will help provide solutions for the issue of statelessness, which is still widespread and affects both the enjoyment of human rights and the guarantee of human security for those whose status is not recognized by any state(s). This is just one example of how my academic work inform our efforts on human rights at all levels.
In the late 1970s, I was recruited to interview “boat people” from Vietnam and then to support Emergency Operations for Cambodian Refugees. More or less every day, I learned about atrocities including episodes of rape, torture, or killing that those who fled their country had gone through for years. I have never forgotten those stories. I started asking myself how human beings could treat fellow human beings in such a way. My visit to Auschwitz-Birkenau and time at the Lemkin Seminar brought me back to when I was working along the borders and reminded me that these situations could be repeated anywhere if a culture of human rights and peace is not internalized in society.
Siempre creo que una de las maneras más efectivas y sostenibles de prevenir atrocidades masivas es gravitar hacia la promoción de los derechos humanos y la paz, fortaleciendo la educación. La normalización de la educación sobre derechos humanos y la paz garantizará que haya un mayor conocimiento sobre los derechos de los ciudadanos y que los gobiernos sean más sensibles hacia las personas que están vulnerables a diferentes amenazas. La existencia de mayor conocimiento sobre estos derechos, especialmente en relación con asuntos concretos, contribuirá a la disminución de las preocupaciones relacionadas con los derechos humanos, a través de respuestas políticas concretas, la promoción de derechos y el fortalecimiento de las capacidades de los actores con responsabilidades .
Al internalizar los derechos humanos a través de la educación, instituciones e individuales pueden, eventualmente, ser capaces de responder adecuadamente a graves crisis de derechos humanos o prevenirlos. Ello también permitirá garantizar el desarrollo de políticas y mecanismos para asegurar la promoción, la protección y el cumplimiento de los derechos humanos.
Como parte de mi trabajo pro bono, he estado interactuando con grupos de la sociedad civil, especialmente con los miembros del Grupo de Trabajo del Mecanismo para los Derechos Humanos, del cual soy co-Presidenta. Establecer un mecanismo de derechos humanos regional en ASEAN ha sido siempre nuestra prioridad. Sin embargo, desde que los organismos de derechos humanos se establecieron, la tarea más difícil para el Grupo de Trabajo es defender un sistema efectivo para que los derechos de las personas, en particular aquellas vulnerables o marginalizadas, sean defendidos y protegidos. Con ese sistema pretendemos garantizar que las violaciones de derechos humanos, crímenes graves y la persecución de grupos específicos no sean recurrentes en ninguna sociedad.
Uno de mis proyectos académicos ha sido sobre el tema de las personas apátridas, aquellos que se identifican como Rohingya en particular. Como académica, las investigaciones exhaustivas no sólo contribuirán a una efectiva abogacía, pero también para influenciar a los gobiernos sobre soluciones a largo plazo. También se espera que los estudios específicos hacia políticas ayuden a proveer soluciones para el asunto de los apátridas. Este tema es aún muy extendido e interfiere con el ejercicio de los derechos humanos y la garantía de la seguridad humana para aquellos cuyo estatuto no está reconocido por ningún estado. Esto es sólo un ejemplo de cómo mi trabajo académico influencia nuestros esfuerzos en derechos humanos a todos los niveles.
A finales de la década de 70, me pidieron que entrevistara a las “boat people” (los refugiados del mar) de Vietnam y luego que apoyara las operaciones de emergencia para los refugiados camboyanos. Más o menos cada día, aprendí algo sobre atrocidades como violaciones, tortura o el asesinato de aquellos que habían huido de su país han sufrido durante años . Nunca me he olvidado de esas historias. Empecé a preguntarme cómo los humanos podían tratar a sus semejantes de esa manera. Mi visita a Auschwitz-Birkenau y mi estancia en el Seminario Lemkin me recordó la temporada que estuve trabajando en la frontera y que estas situaciones podían repetirse si una cultura de derechos humanos y paz no es internalizada en la sociedad.